miércoles, 1 de septiembre de 2010

RIMBAUD_CUENTO



    Un príncipe se sentía desgraciado porque jamás se había dedicado a otra cosa que al perfeccionamiento de generosidades vulgares. Intuía sorprendentes revoluciones del amor y sospechaba que sus mujeres podían hacer algo más que ser complacientes, amenizándolo con cielo y con lujo. Quería ver la verdad, la hora del deseo y de las satisfacciones esenciales. Fuese esto, o no fuese, una aberración piadosa, así lo quiso. Poseía, por lo menos, el suficiente poder humano.

    Todas las mujeres que le habían conocido fueron asesinadas: ¡Qué saqueo en el jardín de la belleza! Bajo el sable, le bendecían. Ya no encargó otras nuevas. Pero las mujeres reaparecieron.

    Mató a todos aquellos que le seguían, después de la caza o de las libaciones. Aun así todos le seguían.   

    Se recreó degollando los animales de lujo. Mandó quemar los palacios. Se lanzaba sobre las gentes y las hacía pedazos.  La multitud, los techos de oro, los hermosos animales. Existían no obstante.

    Uno puede extasiarse en la destrucción, rejuvenecer con la crueldad. El pueblo no murmuró. Nadie ofreció el concurso de su opinión.

    Una tarde galopaba audaz. Apareció un genio de una belleza inefable, incluso inconfesable. De su faz y de su porte, surgía la promesa de un amor múltiple y complejo, de una felicidad indecible, incluso insoportable. El príncipe y el genio se aniquilaron Probablemente en la salud de su propia esencia. ¿Cómo hubiesen podido dejar de morir por ella? Juntos, pues, murieron.
   
    Pero el príncipe murió en su palacio, a una edad corriente. El príncipe era el genio. El genio era el príncipe.
   
    La música sabia, falta a nuestro deseo.

nota:
¿Enigmático o mal traducido? Me gustaría tener este texto en francés, me temo que no es una buena traducción. Si alguien de ustedes la tiene agradecería me la dejaran en "comentarios", o, al menos, una dirección web donde
encontrarla. Gracias

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