He conocido a un medio idiota. Los medio idiotas son seres llenos de resentimientos, viven en perpetuo desasosiego y carcomidos de envidia. Se arrastran por el suelo delante del menor signo de fortaleza que se preste a amparar su vileza. Pasan su vida lamiendo zapatos y culos y bebiendo en las escupideras de los poderosillos que son los que los alimentan y les dejan pulular a sus alrededores, mirando hacia otro lado si hace falta, para seguir recibiendo agasajos inmundos. No hay espectáculo más deleznable que un medio idiota y un poderosillo aliados. Los medio idiotas descargan su rabia en las personas que ellos perciben como vulnerables, los más perversos ejercen sobre su propia familia, eligiendo entre ellos a los niños, a los ancianos y a los enfermos. Son seres inmundos, incapaces de amar, y están destinados a su infierno interior. Yo los desprecio. Un ejemplo de medio idiota lo tenemos en el alcalde de Valladolid. Pero al que yo acabo de tachar es otro medio idiota.
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