jueves, 24 de junio de 2010

MI PERRA_PEPAPUNCEL Escuela de Escritores Mentora Isabel Cobo


Yo creo que mi perra piensa y habla.  Además creo que piensa que soy yo el que no sabe pensar ni hablar. Quizás por eso es tan insistente con sus repetidos movimientos de orejas, de su cola y con el de todo su cuerpo y con sus ladridos; con los que intenta enseñarme, o eso parece, cuando ladra de ese modo tan lleno de matices, con el que, yo creo que pretende enseñarme lo que ella si sabe. Estoy casi seguro de que me está mandandome mensajes porque solamente deja de moverse y ladrar cuando pongo cara de que ya me he enterado, y eso que yo casi nunca logro comprenderla. Pero a veces la entiendo. Por ejemplo, cuando salimos a pasear en invierno y hace un frío que pela y ella vuelve la cabeza mientras su cuerpo avanza en línea recta y me mira a los ojos con los suyos achinados en los que parece dibujarse muestras de cariño y compasión; entonces si la entiendo: “Pero que torpe eres mi hombrecito¡ guau, guau! y que raro pareces con ese pellejo tan absurdo, tan poco práctico y que tantísimo dinero te ha costado con lo fácil que es mandar a tu cuerpo crearse uno bien pegado al la carne para que no entre el frío ni salga el calor que a ti se te va y se te viene por tanto resquicio: ¡Guau,Grrreee, guau, guau, guau!. Mira el mío; no se rompe y si se ensucia nos limpiamos en un mismo agua y con un mismo jabón. Que requete¡Guerrrr¡ torpe eres poniéndote esas pieles tan raras que no se esclarecen con la llegada de los calores ni se robustecen al llegar el otoño. En cambio, las mías, ni hay que mandarlas a la tintorería, ni hay que matar a nadie ni siquiera esclavizarlo, para conseguirlo y las modas y modelos están de más para mi con lo que evito muchos gasto ” Por eso, durante los paseos y también cuando me siento a leer junto a la chimenea y ella se acuesta a mis pies, si noto que vuelve la cabeza me acongojo con la sospecha de que me va a decir ese tipo de cosas que me humillan tanto; ¡Y de qué manera! Así que le esquivo la mirada y tapo mis oídos intentando pasar de lo que diga mi perra porque me hace sentir muy tonto y desvalido. De momento no creo que se le haya pasado por la cabeza que yo no sepa oler y no me atosiga con señales de que quiera enseñarme a hacerlo, así que si cierro los ojos y los oídos, aunque me mire, ya no parece, de momento, que intente enseñarme nada más.


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