Pedro, el oculista, ha salido corriendo. Cruza la calle en dos zancadas; pié derecho sobre una furgoneta; pie izquierdo, sobre un autobús; levanta el vuelo y llega a la Moncloa. Frente a la cama de Zapatero le hace entrega de todo el dinero, real y ficticio, robado segundos antes a mercados y particulares ladrones “Presidente esto es un encuentro interplanetario, hazme el favor de redistribuir justamente la riqueza real; la ficticia, la guardas, si retornan los malos, se la pones como cebo para ratas”. Zapatero mira a la mujer, ingrávida, que en realidad es Pedro disfrazado de Supermujer. Pero, Pedro el oculista, ha salido volando.
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