Con Rothko se puede apreciar lo cerca que están el genio y la idiotez. Pero para apreciarlo bien hay que estar frente a un Rothko. Es un estremecimiento de tipo Místico. Se aflojan las piernas y el deseo de arrodillarse apenas se puede contener. Sin embargo, que cerca está de ser un diseño para una alfombra o para un corte de vestido.
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