Por unos pasadizos un río de catecúmenos, balbuciendo palabras incomprensibles, que me miran, con un solo ojo inexpresivo- como el de un pez- en la mitad de su frente. Polifemos enclenques y doloridos, embutidos en ropajes cochambrosos pero con el pecho descubierto y cristalino, debajo del cual, hay un corazón de brillo metálico del que brota una vara helada, pero densa y constante, apuntando a seres inocentes e ingenuos, entre los que me encuentro. Les insultamos con un grito de guerra: ¡Malditos vástagos de feroces sabandijas que vais olisqueando, durante tanto tiempo ya, la debilidad de otros para prosperar, pisando cadáveres que dejan huellas en vuestros genes, para trasmitirlos, con torpe celo y como herencia a vuestros hijos! Sin transición, aparecen seres inocentes e ingenuos, entre los que me encuentro pero con mandíbulas feroces y ensangrentadas devorando los corazones metálicos de los catecúmenos de un solo ojo donde, esta vez, se refleja un espanto tremebundo y uno de ellos aúlla: ¡Malditos…!
¿Podrá alguna vez existir el bien sin el mal o el bien, para existir, necesitará siempre del mal?
5 comentarios:
Es lo malo de los binomios. Se sabe que existen dos cosas completamente opuestas, pero vete a buscar pureza absoluta en una de ellas. Cuando algo no se puede entender sin su antónimo, malo (o bueno, ya no sé).
Veo que has agregado a mi amigo Sir. Haces bien. Es muy listo y muy simpático, ya verás.
Por cierto, no es una chica!
Hubiera jurado que Sir era una chica. ¡Vaya, hoy no hago mas que meter la pata.....!
Me gustan las chicas, me gustan tremendamente las zagalas, las mozas, las mujeres...
Soy Sir y varón, querida Pepa.
Violetera, no te pases, jamía.
Besos de Sir
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